Las Sagradas Escrituras, que abarcan el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, constituyen la Palabra de Dios escrita, transmitida por inspiración divina. Los autores inspirados hablaron y escribieron impulsados por el Espíritu Santo. Por medio de esta Palabra, Dios comunica a los seres humanos el conocimiento necesario para alcanzar la salvación. Las Sagradas Escrituras son la revelación suprema, autoritativa e infalible de la voluntad divina. Son la norma del carácter, el criterio para evaluar la experiencia, la revelación definitiva de las doctrinas, un registro fidedigno de los actos de Dios realizados en el curso de la historia.
Versículos de apoyo (RV1960)
«Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.»
Salmos 119:105
«Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso.»
Proverbios 30:5-6
«!A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.»
Isaías 8:20
«Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.»
Juan 17:17
«Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.»
1 Tesalonicenses 2:13
«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.»
2 Timoteo 3:16
«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.»
Hebreos 4:12
«Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.»
2 Pedro 1:20
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